Lo único que permanece son las piedras. Este es el gran encanto de la ciudad de Salamanca. Supongo que las relaciones personales, y más las de pareja, sueñan con ser piedras… permanecer inmóviles ante el paso del tiempo, permanecer unidas. Permanecer. Por suerte no somos piedras… Sentimos, amamos, vivimos… y hemos de preocuparnos por permanecer. Todo para María y a Dani.